7 mitos sobre el suicidio

06/09/2018 - 08h40 - actualizado 05/09/2018 - 05h51
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El suicidio es un gesto de autodestrucción, la realización del deseo de morir o quitarse la vida. Es una elección o acción que tiene graves implicaciones sociales. Personas de todas las edades y clases sociales cometen suicidio.

Hay indicios de que muchos casos estén relacionados con enfermedades mentales, depresión, trastornos de ansiedad y trastornos de personalidad. Por eso, las personas que sufren este problema deberían buscar ayuda y de esa manera disminuir el riesgo.

Personas con pensamientos suicidas sienten el deseo de aliviar presiones externas como presión social, culpa, remordimiento, depresión, ansiedad, miedo, fracaso, humillación, etc.

Este es un tema que se ha vuelto muy discutido, sin embargo, todavía existen varios MITOS sobre el tema.

 

Quien quiere matarse no avisa.

Las personas que piensan en suicidio siempre piden ayuda de forma directa o indirecta. Sí, sienten ganas de vivir, resistiendo al deseo de autodestruirse, lo que hace que consideren la posibilidad de luchar para seguir viviendo. Encontrar a alguien que tenga disponibilidad para escuchar y comprender los sentimientos suicidas fortalece las intenciones de vivir.

 

Hablar sobre el suicidio puede inducir a otros a realizarlo.

Hablar sobre el suicidio de una forma abierta y sensata puede ayudar a la persona a reducir el nivel de desesperación del momento.

 

Cuando la persona habla que no tiene razón para vivir, debo mostrar que existen otras personas que sufren más que ella.

Cuando una persona dice que no tiene más razones para vivir, hay que escuchar y principalmente mostrar respeto a sus sentimientos. Es importante no juzgar o criticar.

 

Debo decir que todo va a estar bien.

Las personas con ideas suicidas necesitan ayuda de profesionales, decir que va a quedar todo bien no resuelve el problema.

 

Sólo las personas con trastornos mentales cometen suicidio.

Los comportamientos suicidas se han relacionado con la depresión, uso de sustancias tóxicas, con la esquizofrenia y otros trastornos mentales, además de los comportamientos destructivos y agresivos. Sin embargo, esta asociación no se sobrestima. La proporción relativa de estas perturbaciones varía de lugar a lugar y hay casos en que no se ha detectado ningún trastorno mental.

 

El suicidio es una decisión individual, ya que cada uno tiene pleno derecho a ejercitar su libre albedrío.

La mayoría de las personas que se sienten suicidas comparten sus pensamientos con al menos otra persona, o se conectan a una línea telefónica de emergencia o a un médico, lo que constituye una prueba de ambivalencia, y no de compromiso con matarse.

 

Cuando un individuo muestra señales de mejora o sobrevive a un intento de suicidio, está fuera de peligro.

Ciertamente, uno de los períodos más peligrosos es inmediatamente después de la crisis, o cuando la persona está en el hospital, tras un intento. La semana que sigue al alta del hospital es un período durante el cual la persona está particularmente debilitada y en peligro de hacerse mal. 

 

Hay que perder el miedo de acercarse a las personas y ofrecer ayuda. La persona que está en una crisis suicida se encuentra sola y aislada. Si un amigo se acerca y pregunta: “quieres que haga algo para ayudar «, la persona puede sentir apertura para desahogarse. En ese momento, tener a alguien para oírla puede hacer toda la diferencia. Y cualquiera puede ser ese «hombro amigo», que oye sin hacer críticas o dar consejos. Quien decide ayudar no debe preocuparse con lo que va a hablar. Lo importante es estar preparado para escuchar.

 

Referencias:

PREVENÇÃO DO SUICÍDIO – http://www.who.int/mental_health/media/counsellors_portuguese.pdf