Cierta mañana, al ver salir el sol, pensé que se iniciaba un día diferente de los demás, mientras pensaba, escuché un grito que venía de la cocina. Era mi mamá que decia: “Usted tiene la culpa de todo. Usted no me ayuda. Siempre reclama y nunca hace nada, estoy cansada de todos esos problemas”

Mientras caminaba hacia la cocina para ver lo que estaba sucediendo, mi cabeza estaba llena de preguntas. – “¿Será que están peleando por culpa mía? ¿Ya no se aman? ¿Irán separarse?”. Todo eso y más aún yo pensaba mientras miraba mi mamá llorar.

Situaciones como estas no son raras hoy en día. La pareja que pelea constantemente o que se agreden de diversas maneras y tienen hijos suelen dejar en ellos las marcas, que en muchos casos son difíciles de borrar. Según Liliana Laserna, especialista en programación neurolinguística, hemos visto bebés irritables y difíciles de calmar, niños agresivos y mujeres adultas incapaces de tener una relación armónica. Todos esos trastornos tienen un origen común.

“Sin embargo, cuando las confrontaciones son frecuentes o se dan de manera fuerte y agresiva, la mayoría de los niños experimentan preocupación, tristeza o susto especialmente si son pequeños. A los más grandes puede generarles tensión y estrés. Con frecuencia llegan a pensar que sus padres ya no se quieren o que van a separarse”. afirma María Enela López en su articulo “Inteligencia Familiar”.

Christian Muñoz afirma que es importante que los hijos nunca estén involucrados en la discusión de la pareja. Según Muñoz, se no es posible evitar un conflicto, se debe buscar un lugar alejado para solucionarlo.

Por lo tanto, para que una relación sea saludable, constructiva y ejemplar para los hijos, se debe tomar como base el diálogo y la comunicación. De acuerdo con Liliana Laserna, esta “es una tarea que se debe realizar todos los días y no esporádicamente”

Una escritora norte americana llamada Ellen White afirma que “oLo que causa división y discordia en las familias y en la iglesia es la separación de Cristo. Acercarse a Cristo es acercarse unos a otros. El secreto de la verdadera unidad en la iglesia y en la familia no estriba en la diplomacia ni en la administración, ni en un esfuerzo sobrehumano para vencer las dificultades—aunque habrá que hacer mucho de esto—sino en la unión con Cristo”.

Ellen White diz ainda que “la obra de los padres es cimiento de toda otra obra. La sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón “mana la vida” (Proverbios 4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar”.
Se sabe que las discusiones no son saludables, pero también se sabe que en algunos casos ellas son inevitables, a seguir listamos siete consejos para que para que los conflictos familiares puedan ser evitados, o para que cuando ellos ocurran, sus impactos puedan ser disminuidos.

1. No peleé delante de los hijos;
2. Revise cuidadosamente cuáles son los puntos de discordia entre los dos;
3. Tenga en cuenta que no sirve gritar, explotar, insultar o agredir físicamente al otro. Controle sus emociones y razona sobre el problema puede ser resuelto;
4. Preocúpese en entender al otro, suele ser una buena estrategia para evitar el conflicto;
5. Si el problema se le salió de sus manos, no dude en buscar ayuda profesional;
6. Una vez que el problema haya sido superado e la paz restaurada en el hogar, consulte un especialista sobre la posibilidad de que su hijo reciba tratamiento para ayudarlo a librarse de las cargas emocionales que vivió;
7. Pide la dirección de Dios.

Sepa que ningún matrimonio es perfecto, pero eso no es motivo para dejar de buscar la perfección. Cada uno de nosotros somos capaces de mantener un matrimonio saludable y de aprender cada día a tratar mejor a nuestra pareja. Saber como y dónde pelear, tener mucha experiencia de vida y tener muchos años de matrimonio no quiere decir que ya si tenga aprendido todo, cada día nuevas lecciones son aprendidas.

Si tan solo nuestro corazón fuera humilde para reconocer que el amor es el centro de nuestra relación, nuestro matrimonio, aún que no sea perfecto, estaría muy cerca de ello.

Si usted enfrenta problemas con las peleas en el hogar y ya no sabe como lidiar con todo eso, sepa que Cristo es la ESPERANZA que usted tiene buscado, y sepa también que una iniciativa de su parte puede hacer toda la diferencia. Comience con la iniciativa sugerida en Colosenses 4:6.

“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” Colosenses 4:6


Delver Tacilla estudia el curso de “Hogar Cristiano” en la Facultad de Teología da Universidad Peruana Unión