Las bodas son ocasiones hermosas, placenteras y sumamente felices. Cuando una pareja está de pie ante el altar, tomados de la mano, mirándose a los ojos, recitando sus votos, está llena de alegría y esperanza. Creen que su amor es tan especial y su vínculo tan fuerte que estarán juntos por siempre “en la salud y en la enfermedad” y “en la prosperidad o en la adversidad”.

La realidad es que la mayoría de las parejas terminará en uno de tres grupos: parejas que prosperan, parejas conflictuadas o parejas que desisten.

A simple vista, nos podemos dar cuenta de que el matrimonio, como institución, ha recibido un gran golpe en todo el mundo. Todos conocemos a alguna pareja que ha experimentado el divorcio. Sin duda, la mayoría hemos vivido, de primera mano o de cerca, el dolor de las relaciones complicadas.

Ante esta desalentadora realidad, ¿cómo puede una pareja permanecer felizmente casada para toda la vida? ¿Cómo puede una pareja, en la sociedad actual, formar un matrimonio que dure toda la vida, o vivir “felices para siempre”? ¿Es posible prevenir las crisis y el divorcio? Hay una buena noticia, y es que las parejas pueden permanecer felizmente casadas durante toda la vida, minimizar las crisis y mantenerse al margen de los tribunales de divorcio.

La mayoría nos hemos enamorado o hemos oído hablar de esto. Al menos, así es como nuestra sociedad lo llama; esa oleada de sensaciones vertiginosas y de mariposas en el estómago que tenemos cuando conocemos a alguien que nos atrae poderosamente. Pero eso no es amor, en realidad. Es, simplemente, la respuesta natural del organismo al influjo de neuroquímicos que se vierten al sistema límbico del cerebro cuando conocemos a alguien que consideramos atractivo. Nosotros preferimos llamarlo atracción.

Otra realidad es que esta respuesta vertiginosa no es duradera con la misma persona, a menos que nos propongamos conectarnos positivamente a diario. La fuerza poderosa que nos conecta al principio comienza a desaparecer una vez que dejamos de hacer todas las cosas maravillosas que hicimos al comienzo de la relación y tenemos que superar las preocupaciones diarias de la vida. Infelizmente, se le ha hecho creer a la gente que cuando los sentimientos románticos se disuelven el amor se esfuma.

La sensación de estar enamorado es algo hermoso. Pero las relaciones son dinámicas y siempre van cambiando. Por ende, por más profundo que parezca ese amor, se basa sola y exclusivamente en un sentimiento y en un nivel de compromiso extremadamente superficiales, que tarde o temprano se desvanecerán o se disiparán. Sin embargo, con mucho esfuerzo, tiempo, compromiso y disposición a seguir adelante, es posible cultivar y mantener (o reavivar) un amor que puede ser satisfactorio y estable para toda la vida.

Formar un matrimonio exitoso es como construir una casa. Exige un plan y requiere un compromiso de trabajo arduo. A continuación, ofrecemos cinco pasos esenciales para formar un matrimonio fuerte y saludable.

1. CONSTRUYE TU MATRIMONIO CON AMOR AUTÉNTICO

El verdadero amor requiere entender las necesidades de los demás y estar dispuestos a practicar la abnegación por el bien de la relación. El verdadero amor requiere mucha energía y sacrificio, pero conserva nuestra determinación de formar el mejor matrimonio posible.

2. ACEPTA LOS DEFECTOS DEL OTRO

En el matrimonio, debemos aprender a valorarnos mutuamente y a aceptar que no somos perfectos. Estamos hablando de tener un matrimonio lleno de gracia. La gracia es algo que das a alguien aunque no lo merezca. Entonces, ofreces bondad, paciencia, dulzura y más… incluso cuando no tienes ganas. ¿Por qué? Porque en algún momento, incluso a diario, tu cónyuge tendrá que hacer lo mismo por ti.

Lo maravilloso de la gracia es que no puedes ganártela ni comprarla. Y, como dador de gracia, puedes ofrecer amor y aceptación como un regalo para tu cónyuge. La gracia en el matrimonio crea una atmósfera que va más allá de la culpa y la vergüenza, y prepara el escenario para el crecimiento y el compromiso renovado en la relación.

3. ESCUCHA A TU CÓNYUGE

Una gran cantidad de investigaciones científicas acerca del matrimonio sugiere que la mayoría de las relaciones experimenta angustia debido a la falta de comunicación efectiva. Si los casados y la gente en general aprendieran a comunicarse mejor, tendrían mucha más comprensión entre sí y una base para una relación más fuerte y sana.

La buena comunicación es a cualquier relación lo que el agua y la luz del sol son para un césped saludable. Escuchar bien es como el fertilizante que se sumerge en la superficie para nutrir y enriquecer el suelo. En la mayoría de las rela- ciones, cuando hay una queja es porque algunas necesidades no se están satisfaciendo, y las voces no se escuchan. Las parejas que se comunican bien entienden que escuchar activamente es un ingrediente esencial en su matrimonio. La escucha activa significa escuchar con los oídos, los ojos y el corazón. Transmite a tu cónyuge que estás más interesado en escuchar lo que tiene que decir que en defenderte y en expresar tu observación. Una vez más, la escucha activa requiere abnegación, otro ingrediente esencial para que el matrimonio dure toda la vida.

4. PERDONA SEGUIDO

El diccionario Oxford (1989) tiene esta definición de perdonar en inglés: 1) dejar de sentirse enojado con alguien por una ofensa, defecto o error; 2) ya no sentirse enojado ni con deseos de venganza; 3) cancelar una deuda.

El perdón allana el camino para la sanidad y la reconciliación en toda relación. En el matrimonio, inevitablemente ambos se lastimarán mutuamente. Cuando perdonamos, renunciamos a creernos con derecho a castigar o a tomar represalias por el mal que se nos ha infligido. Cuando no perdonamos, la amargura y el resentimiento aumentan en la relación. El perdón nos libera de estos sentimientos y nos sana. El perdón, en esencia, es para el perdonador más que para el perdonado.

5. ABRAZA MÁS

La mayoría de las parejas no puede esperar a casarse para disfrutar de los privilegios físicos del matrimonio. Pero, a medida que la vida cotidiana asume el control y la euforia desaparece, nos olvidamos de hacer las cosas que hacíamos al principio. El abrazo es una forma fácil de reconectarse a diario. Cuando nos abrazamos o nos tocamos, se libera la hormona oxitocina. La oxitocina es la hormona que aumenta nuestro vínculo con otra persona; también disminuye la presión arterial y reduce el estrés. En resumen, hay muchos beneficios que podemos obtener de un simple abrazo. Animamos a las parejas a que se abracen por un minuto cada mañana antes de separarse, y todas las noches cuando vuelven a verse.

Este es un artículo del libro: Esperanza para la Familia «El camino para un final feliz» al cual puedes acceder por completo a través del link.