Una cueva no será tu lugar para siempre! De eso estoy seguro.
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Hace algún tiempo tuve la oportunidad de visitar una cueva en medio de las rocas de una montaña. Para poder llegar hasta ese lugar, junto a mi familia, tuvimos que cruzar un pequeño arroyo. La primera sensación al mirar el hueco desde afuera fue: Será que es prudente entrar a un lugar como este? Quien sabe lo que hay dentro? Por otro lado, el olor a humedad, la oscuridad y la sensación de encierro parece crecer de solo mirar!!!!!
Ahora, a pesar de que, quizás una cueva no es el mejor lugar del mundo donde estar, queriendo o no, en alguna etapa de nuestra vida, todos tenemos nuestra propia cueva donde buscamos refugio.
Una cueva es ese lugar donde nos ensimismamos, donde pensamos que podemos escondernos de todo y de todos. Ese lugar donde nos sentimos seguros, al menos por unos instantes. Ese lugar al cual corremos cuando estamos tristes. Seguramente, tu tienes o tenías ese lugar. Verdad?
Es interesante que el Salmo 142 fue escrito por el gran Rey David y fue inspirado recordando uno de los momentos de más angustia en la vida de David. Ese salmo al igual que el salmo 57 hablan de la experiencia que el Rey tuvo en la cueva de Adulam, donde el se esconde cuando estaba escapando de la mano asesina del Rey Saul que lo quería matar. (1Sam22:1)
Lo interesante es que en este salmo de alabanza, aunque David estaba en un lugar (aparentemente) seguro, el va a decir: “No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”(v4).
Es natural que en los momentos de mayor dificultad, en nuestra humanidad, busquemos refugio en “nuestras cuevas de la vida”. Lugares, momentos o personas, que nos ayudan a sentirnos seguros. A veces, esas cuevas pueden ser físicas y muchas otras veces psiquicas. Son esos lugares donde nos escondemos de los demás, de nosotros mismos, de nuestros miedos e incluso de nuestros errores.
El problema no es que tengamos esas “cuevas” de escape. El problema es pensar que esas “cuevas” son nuestra esperanza. Pero en realidad, esas “cuevas”, son el lugar que Dios elije para tener un encuentro con nosotros y mostrarnos que sólo en El y en nadie (ni lugar, ni personas, ni cosas) más podemos tener verdadera esperanza.
David, en el verso 5, dice: “Tú eres mi Esperanza, y mi porción en la tierra…”. Estando de una cueva, estando en su lugar de “refugio” contra su enemigo, David reconoce que su esperanza no estaba en lugar o en un cosa, sino en una persona: en Dios!
Sabes que es lo lindo de estar en una cueva? Que en medio de la oscuridad y la profundidad del hueco abierto en la tierra, puedes ver la luz de sol que te indica donde está la salida a las nuevas oportunidades de la vida. La gran bendición de estar en la cueva es que aún en ese lugar, Dios te encuentra y El, si tu lo aceptas, se tranforma en tu verdadera Esperanza. La veradera Luz que te hará andar el camino a una nueva vida de oportunidades.
Si hoy estas en una cueva, oscura y mal oliente de la vida, te puedo dar un consejo? Repite la oración de David y dile a Dios: “Tu eres mi esperanza”. Tu, eres la porción que quiero para mi vida. En ti estoy seguro y por tu poder saldré de mi cueva para andar de tu mano en nuevo camino de luz, felicidad y paz.
Con seguridad, Dios tiene algo mucho mejor y más grande de lo que te imaginas!!! Abre tus ojos porque hoy sera un gran día!
Que Dios te bendiga. (Y recuerda, si este mensaje te hizo bien COMPARTELO con otras personas para bendecir su dia)
Pr. Jorge Rampogna
@jorgerampogna