Todo niño necesita de cuidados. Los primeros años de la infancia requiere un cuidado especial de los padres, pues el niño va creciendo y las etapas de la vida van avanzando. Rodar, gatear, sentarse, ponerse de pie, dar los primeros pasos, todas estas son vistas de forma cuidadosa por los padres.
Decir que los padres siempre desean el bien para los hijos no es novedad. Por lo tanto, ya que sabemos de esto, podemos partir a otro punto especial del cuidado de los padres. Ellos no sólo desean el bien, pero cuidan para que no se lastimen ante los peligros de la vida. Siempre tienen «un plan B». Pues, cuando algo sale mal, ellos siempre saben cómo resolver y el niño ahora se llena de esperanza por el amparo que recibirá.
Este «plan B» incluye otra fase especial en el desarrollo del niño, que voy a llamar límites. Esto mismo, los límites son colocados para protegernos de un mal que puede suceder, aunque por muchos momentos no parezca, ellos son una señal de amor. Recuerdo que cuando pequeño mi madre siempre colocaba las cosas que podían romper y lastimarme en las partes más altas de la estante. Porque sabía que, si yo pudiera alcanzar la pieza, podría caer sobre mí y acabar lastimándome. Incluso con todo este cuidado, yo sabía que, si sucedía algo, tenía esperanza de que mi madre me iba a socorrer.
Esto me recuerda otra historia que usted ya debe haber escuchado alguna vez en la vida. Una joven pareja en un lugar muy bonito, llamado Jardín del Edén. Allí la pareja tenía muchas cosas especiales para hacer todos los días, una vez que tenía contacto íntimo con la naturaleza y los animales.
El Creador de la pareja actuaba de la misma manera que los padres actúan con los niños, imponiendo límites y concediendo esperanza para ellos todos los días. Él deseaba cuidar de manera especial a la pareja para que ningún mal sucediera.
Sin embargo, al igual que los niños a menudo sobrepasan los límites, así sucedió con aquella pareja, ellos sobrepasaron los límites dados por el Creador y el resultado fue el inicio de una vida llena de descubrimientos, tristezas y recomienzo. El peor de todos los resultados, sería la muerte.
Adán y Eva eran aquella pareja. Ellos fueron creados como el ápice del amor de Dios. Colocados en el jardín del Edén, recibían la visita de Dios todos los días, disfrutaban del más puro y sublime amor de Dios. Sólo que, al sobrepasar los límites colocados por Dios, la muerte pasó a ser una realidad en la vida de aquella pareja.
Dios, como un padre amoroso ahora pone su «plan B» en práctica. Varios resultados malos que fueron consecuencia del pecado, una ESPERANZA surgió en las palabras de Dios. En Génesis 3:15 se dice: «Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu semilla y su semilla, ésta te herirá la cabeza, y tú le herirás el talón».
Aun con todas las situaciones malas que iban a ocurrir, un brillo de esperanza surgió, porque «su semilla», que es Cristo, un día vendría a la Tierra para salvarnos de nuestro yo. La promesa hecha por Dios sonaba en los oídos de Adán y Eva como un plan especial que aun después de sobrepasar los límites, había esperanza para sus problemas.
Este verso es conocido como la primera referencia del plan de esperanza que Dios reveló para mostrar a Adán y Eva, que aun después del pecado, había esperanza para sus vidas. ¡Qué cuidado especial tiene Dios con la raza humana! Al principio fue Adán y Eva, hoy somos nosotros. ¿Qué tal creer en esta promesa llena de esperanza y poner en las manos de Dios nuestra confianza?
¿Desea experimentar la esperanza que viene por medio de Jesucristo? Como un niño que corre hacia los brazos del padre cuando sobrepasa los límites, ve a Jesús, pues Él es esperanza para tus problemas. Él le espera con brazos abiertos.
Él no impone límites para prendernos, Él los coloca porque nos ama. El «plan B» vino para salvarnos.
Le invito a acompañar los demás artículos donde hablaremos más sobre esta esperanza.
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Diego Costa es graduado en enfermería y alumno de Teología de la Facultad Adventista da Amazônia, Brasil.