Rutinariamente, los medios de comunicación estampan titulares de abusos y violencia doméstica. Mientras que algunos casos provocan conmoción nacional, otros que ocurren mucho más cerca de nosotros pasan aparentemente desapercibidos. De hecho, las familias están destrozadas por la violencia sin sentido en sus propios hogares, ya que mu- chos eligen la violencia como el principal medio de comunicación entre ellos. El impacto de estas decisiones, increíblemente, es de gran alcance y muy destructivo para todas las edades, y también para sus familias.
Si bien quizá no podamos controlar la violencia que nos rodea, lo bueno es que, gracias al poder de Dios, hay un suministro ilimitado de dominio propio disponible para quienes lo soliciten y lo acepten. La Palabra de Dios está llena de consejos sobre cómo construir relaciones sólidas y vigorosas, especialmente en nuestra familia.
En este capítulo, abordaremos brevemente la naturaleza destructiva de la violencia y del abuso en la familia, y repasaremos la intención original de Dios y el plan perfecto para nuestras relaciones y nuestras familias. También exploraremos los elementos de las relaciones sanas y piadosas. Muchos grupos de todo el mundo están comprometidos con la detención y la prevención de la violencia, al proporcionar a la gente y las familias las habilidades y los conocimientos necesarios para construir relaciones saludables.
Es evidente, por los incidentes generalizados de abuso en nuestros hogares actuales, que estamos muy alejados del ideal de Dios para las relaciones humanas. Muchos de los que profesan ser cristianos no poseen ninguna de las características de Cristo.
Lamentablemente, en demasiadas situaciones, los abusadores han utilizado indebidamente las Escrituras y la teología para justificar sus comportamientos abusivos. Asimismo, otros colaboradores, bien intencionados, también han utilizado mal la Biblia para convencer a las víctimas de que acepten la violencia continua en su familia. Este mal uso de las Escrituras puede ser peligroso, e incluso letal, para las víctimas involucradas. Las comunidades responsables ya no pueden ni deben guardar silencio, ni ofrecer falsas soluciones espirituales.
El silencio perpetúa el ciclo de la violencia doméstica y no conduce al cambio. Todas las comunidades deben hacer esfuerzos, especialmente las comunidades eclesiásticas, para ayudar a las familias a contener, impedir y reprimir el abuso y a crear entornos más saludables para aquellos que son más frágiles y vulnerables.
Por supuesto, es obvio que vivimos en una era de crueldad. Nuestros sentidos son bombardeados por la violencia en las noticias, la música, la televisión, y otros medios de comunicación y redes sociales. Muchas personas llegan a ser objeto de violencia. Las víctimas que más tocan nuestros corazones son las mujeres y los niños. Es cierto que los hombres también son víctimas de abuso y violencia, pero en menor grado, que quizá se deba a la falta de informes. Independientemente de quién sea la víctima, la violencia doméstica o familiar es incompatible con el plan de Dios para la familia y la dignidad humana.
»Todas las comunidades deben hacer esfuerzos […] para ayudar a las familias a contener, impedir y reprimir el abuso.»
La violencia doméstica incluye abuso físico, sexual y emocional. No existe una jerarquía para el abuso; todos son destructivos.
El abuso físico puede incluir comportamientos como empujar y patear, y puede escalar a ataques más dañinos y graves. Si bien puede comenzar con pequeños hematomas, podría terminar en asesinato.
El abuso sexual puede incluir toqueteo inapropiado y comentarios verbales. La violación, el abuso sexual y el incesto también se incluyen en esta categoría.
El abuso emocional incluye comportamientos que degradan o menosprecian de alguna manera a la víctima. Puede incluir amenazas verbales, episodios de ira, lenguaje obsceno, exigencias de perfección e invalidación del carácter y de la persona. La posesividad extrema, el aislamiento y privar a alguien de los recursos económicos son psicológica y emocionalmente abusivos y destructivos.
No existe un perfil único de los abusadores o de las víctimas. Ambos pueden provenir de todos los grupos etarios, grupos étnicos, clases socioeconómicas, profesiones y comunidades religiosas o no religiosas. El abuso y la violencia pueden adoptar varias formas. En el caso de los ancianos y los niños, también puede incluir negligencia grave.
LAS VÍCTIMAS
• En los Estados Unidos, una de cada cuatro mujeres experimentará violencia doméstica, también conocida como violencia conyugal o familiar, durante su vida.¹
• Las mujeres son más propensas que los hombres a ser asesinadas por su pareja.
• Las mujeres entre los 20 y los 24 años tienen el mayor riesgo de convertirse en víctimas de violencia doméstica.²
• Cada año, una de cada tres mujeres víctimas de homici- dio es asesinada por su pareja actual o su expareja.³
LAS CONSECUENCIAS
• Los sobrevivientes de violencia doméstica “enfrentan altas tasas de depresión, alteraciones del sueño” y otros trastornos emocionales.4
• “La violencia doméstica contribuye a la falta de salud de muchos sobrevivientes”.5
• “Sin ayuda, las niñas que son testigos de violencia doméstica son más vulnerables al abuso durante su adolescencia y adultez”.6
• “Sin ayuda, los varones que son testigos de violencia doméstica son mucho más propensos a convertirse en abusadores de sus parejas o hijos al llegar a adultos, perpetuando así el ciclo de violencia a la próxima generación”.7
• La mayoría de los incidentes de violencia doméstica nunca se denuncian.8
En la violencia doméstica, siempre hay un uso indebido del poder y un desequilibrio de poder. La violencia doméstica se caracteriza por el miedo, el control y el daño. Una persona, en la relación, utiliza la coerción o la fuerza para controlar a la otra persona o a otros miembros de la familia. El abuso puede ser físico, sexual o emocional.
Hay varias razones por las que los abusadores o los agre- sores pueden optar por abusar de su poder:
• Piensan que es su derecho; es decir, sería parte de su rol.
• Se sienten autorizados a usar la fuerza.
• Aprendieron este comportamiento en su pasado, y no conocen otro, tal vez.
• Piensan que este comportamiento funciona.
En la mayoría de los casos de abuso denunciados, el abusador es un hombre. Sin embargo, también pueden ser mujeres. El abuso no tiene cabida en las relaciones saludables.
Los abusadores asumen que tienen el derecho de controlar a todos los miembros de su familia. La voluntad de usar la violencia para lograr este control proviene de cosas que han aprendido. De diversas fuentes, el abusador ha aprendido que es apropiado para quien es más grande y fuerte (generalmente, un hombre) golpear a otros “por su propio bien” o porque “los ama”, por ejemplo.
Los abusadores aprenden comportamientos abusivos de varias fuentes, incluida la observación de padres y compañeros, la interpretación errónea de las enseñanzas bíblicas y de algunos medios de comunicación (chistes, caricaturas y películas) que retratan el control y el abuso como parte normal de las relaciones.
A veces, las víctimas incluso piensan que son la causa o que merecen el abuso. Pero esto no es cierto. El comportamiento de la víctima no causa la violencia del abusador. El abusador tiene el control de la violencia, no la víctima.
Las buenas nuevas y la esperanza, para las familias actuales, es que Dios no nos ha dejado solos. La Biblia presenta la verdadera imagen de cómo deberían ser las relaciones humanas. Los seres humanos fuimos creados por un Dios amoroso y relacional que nos formó para estar en relación con él, en primer lugar, y luego con los demás. Como fuimos creados a su imagen (Génesis 1:27), todas nuestras relaciones deberían ser un reflejo de él y de su amor. Por supuesto, a diferencia de Dios, no somos perfectos, y debido a estas imperfecciones tendremos problemas en nuestras relaciones. Por lo tanto, debemos buscar la conducción de Dios a fin de que nos dé gracia y fortaleza para ser más amorosos, amables y pacientes, y para ejercer dominio propio en todas nuestras relaciones.
Dios nos ha proporcionado un medio para tener relaciones saludables. Se nos llama a edificarnos unos a otros; esto se llama empoderamiento. Cuando nos empoderamos mutuamente en la familia, construimos una gran confianza en la relación. Cuando hacemos mal uso del poder mediante el dominio y la coacción, destruimos la confianza. La CONFIANZA es clave en el proceso de empoderamiento.
Los padres que empoderan a sus hijos y los preparan para una interdependencia responsable les brindarán las habilidades necesarias para vivir como adultos saludables, y para formar y mantener relaciones saludables. Cuando los padres utilizan formas poco saludables de poder y control con los niños, estos se desconectan de su familia y aprenden formas negativas de usar el poder y de relacionarse con los demás.
El empoderamiento es amor en acción, una característica piadosa que debemos imitar. Si podemos practicar el empoderamiento en nuestra familia, esto revolucionará la visión de la autoridad en nuestros hogares. La coerción y la manipulación son lo opuesto del empoderamiento; una distorsión de lo que es el verdadero poder. El empoderamiento se refiere a la reciprocidad y la unidad.
El amor y la gracia de Dios nos otorgan el poder de empoderar a los demás. Cuando se produce el empoderamiento mutuo entre los miembros de la familia, cada uno crecerá exponencialmente en humildad y en amor. En verdad, los miembros de la familia comenzarán a asemejarse más a Cristo. Y se nos promete que recibiremos su poder, al tratar de tener relaciones sanas.
En la actualidad, hay muchos que se encuentran fuera de este modelo de relaciones familiares saludables. Si en tu hogar se ha infiltrado el abuso, te alentamos, a partir de hoy, a esforzarte para que tu hogar y tus relaciones estén libres de abuso de cualquier índole. Te pedimos que reconozcas el abuso y busques consejo y ayuda profesional lo antes posible, con el propósito de comenzar el proceso de curación. Este paso traerá una mayor esperanza a tu familia hoy.
Este es un artículo del libro: Esperanza para la Familia «El camino para un final feliz» al cual puedes acceder por completo a través del link.