Hace algún tiempo estaba leyendo un libro con el objeto de obtener buenas ideas sobre cómo ayudar a mi hijo a desarrollar buenos hábitos de sueño. Él cumplió 7 meses de vida hace algunos días. Usted se podrá imaginar que, desde hace 7 meses, mis noches ya no son lo mismo.
De repente, interrumpí la lectura con una mezcla de sorpresa y risas. Allí estaba yo, leyendo las palabras de una autora que había escrito algo que yo ya he dicho centenas de veces al orientar a muchos padres en el consultorio o en conferencias. Había muchas cosas nuevas en el libro. Son cosas que no se aprenden en la carrera de psicología y no forman parte del área profesional. Sin embargo, también había detalles esenciales que yo conocía y dominaba hacía años, tanto en la teoría como en la práctica.
El hecho es que esta vez era yo la madre cansada, con noches de sueño perdidas, atareada todo el día, responsable no solo de inculcar buenos hábitos de sueño, sino también de atender cualquier otra necesidad del bebé (que no son pocas), cuidar el hogar, etc. Y leer aquellas palabras fue como estar frente a un colega de profesión y escucharlo presentarme una perspectiva diferente acerca de mi contexto– la perspectiva de quien está fuera de la situación. Fue en ese momento que decidí escribir sobre cómo y cuándo buscar un psicólogo.
Comenzaré dejando claro que toda y cualquier persona (incluso los psicólogos) puede resultar beneficiada por los servicios de un profesional de la psicología. Al contrario de lo que algunos piensan, estas personas no se dedican a atender solamente las demandas de pacientes con trastornos mentales.
Cuándo buscar ayuda
Es ley que las personas recién agendan una consulta con el profesional cuando la situación ya es crítica. Pueden ser cónyuges al borde del divorcio, alumnos que corren riesgo de perder el año por mal desempeño académico, pacientes que toman media docena de medicamentos para el control de la ansiedad y la depresión, gente que haya sobrevivido a un intento de suicidio, etc. Sin embargo, se podría evitar mucho sufrimiento si la ayuda se buscara antes.
Una vez atendí un paciente que había gastado miles dólares en un tratamiento médico invasivo e incómodo para perder peso. Comenzamos la orientación psicológica con ese mismo objetivo. Después de tres semanas, frente a los resultados que estábamos obteniendo, aquel paciente me dijo, cuando se despedía al final de una de las sesiones, que si hubiera sabido que obtendría tan buenos resultados con la atención psicológica, no habría gastado tanto dinero en tratamientos invasivos.
He escuchado a muchos pacientes que dicen que si hubieran sabido de los beneficios que traería buscar un psicólogo, lo hubieran hecho antes. Sin duda, hubieran ahorrado tiempo, dinero, dolor, lágrimas, conflictos. ¡Y no estoy exagerando!
Claro que los profesionales están habilitados para actuar en momento de crisis, pero si el paciente busca ayuda cuando el problema recién está comenzando, la solución del problema llega en menos tiempo, el costo es mejor y también lo es el sufrimiento. Por eso, mi recomendación es que la búsqueda de atención psicológica se dé, siempre que sea posible, de manera preventiva (por ejemplo, quienes se están por casar o para tener hijos pueden buscar la orientación psicológica cuando aún están en la fase de planificación) o ni bien noten la presencia de un problema o dificultad.
Cómo buscar atención psicológica
En la búsqueda de atención psicológica es importante considerar algunos detalles. En primer lugar, debemos recordar que los psicólogos trabajan con diferentes líneas o referenciales. Están quienes ejercen el psicoanálisis, otros la terapia conductual, cognitiva, Gestalt… Y cada paciente se adapta mejor a una u otra línea. Si la búsqueda se da por recomendación médica, el médico a veces puede informar qué línea será la más apropiada. La persona que está en búsqueda de atención puede investigar por sí misma también. Lo importante es sentirse cómodo con la filosofía que fundamenta la actividad del profesional que lo atiende.
Profesional del mismo sexo
Como adventista, considero importante buscar atención, siempre que sea posible, con un profesional del mismo sexo. Eso puede sonar raro o retrógrado para algunos, pero es un aspecto que yo considero realmente importante. Elena de White escribió las siguientes líneas acerca de la obra médico misionera: ”
Debemos tener más mujeres médicas de lo que ahora tenemos. Cuando las mujeres enfermas son tratadas y cuidadas por mujeres, se cierra una puerta por la cual Satanás trata de entrar. Se me han presentado muchos casos en los que Satanás ha entrado por esta puerta para arruinar a las familias. No permitamos que él obtenga ninguna ventaja en punto alguno ” (El ministerio médico, p. 183). La Palabra de Dios dice: “Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22). Es cierto que hay situaciones donde una mujer profesional podrá atender a un hombre y viceversa, pero existen situaciones en las que esa atención no es conveniente, por lo menos para los cristianos.
Cercanía entre profesional y paciente
Un aspecto que puede generar algún problema es sobre la cercanía entre profesional y paciente en el día a día. Si el profesional asiste a la misma iglesia que usted, tal vez no sea el profesional más indicado para atenderlo. No es que vaya a dejar de ser ético por eso, pero puede tener dificultad en tratar con algunas situaciones. Por ejemplo, en el momento en el que ese profesional da una conferencia o sermón, usted puede sentirse tentado a interpretar que las palabras son indirectas para usted, y eso puede ser incómodo.
Hoy en día, con la facilidad de la atención online es posible ser atendido por un profesional con un perfil que le agrade y que viva en otra ciudad, lo que ayuda a evitar situaciones como las mencionadas.En Romanos 12:2 somos invitados a experimentar una transformación a partir de la renovación de nuestra mente. No es solo en el aspecto espiritual que necesitamos esa experiencia. Todos los cambios que necesitamos en nuestra vida (profesional, afectiva, financiera, etc.) deben comenzar con un cambio en nuestra mente. Y para ayudarlo en esos cambios están los profesionales que llamados psicólogos.
De la misma manera como vamos al médico cuando nos rompemos un brazo, o vamos al dentista cuando se inflama un diente, no hay ninguna razón para sentir vergüenza cuando vamos al psicólogo porque algo afecta nuestra salud mental. Cómo lo conté al principio de este artículo, tener a alguien que mira nuestra situación a partir de otra perspectiva es muy útil, en especial si esa persona es especialista en esa tarea.